20 octubre 2017

Haz tu propio arroz inflado para el desayuno

Hubo un tiempo, en tus tiernos años de infancia, en el que el arroz inflado era el rey de tus desayunos, pero, en un momento dado, perdieron todo su protagonismo. ¿Qué ocurrió? Creciste y la gran cantidad de azúcares que contienen los cereales de arroz inflado dejaron de resultarte atractivos.

Ahora, años después, te proponemos devolverlos a tu vida. Eso sí, los del tipo saludable, es decir, aquellos que puedes hacer tú mismo. 



¿De dónde viene el arroz inflado?


A principios del siglo XX, concretamente, en el año 1901, el botánico estadounidense Alexandre Pierce Anderson, en el curso de un experimento para hallar agua en el núcleo de almidón de los granos de arroz, dio con la manera para fabricar arroz inflado.

Fue una casualidad muy lucrativa, puesto que, tras patentar este tipo de arroz, fue comercializado por empresas dedicadas a vender cereales para el desayuno.

Respecto a esto último, seguro que te estás preguntando el porqué de esta fijación por el desayuno. Pues bien, resulta altamente aconsejable tomar arroz inflado (libre de azúcares añadidos o procesados, eso sí) al principio del día por los siguientes motivos:

  • Es un alimento ligero y fácil de digerir, por lo que, además, puedes combinarlo con tostadas, yogures o galletas. 
  • Precisamente por lo explicado en el punto anterior, el arroz inflado es apto para todas las edades y horarios mañaneros.
  • Contiene gran cantidad de proteínas e hidratos de carbono y un porcentaje ridículo de grasas.
  • Si optas por el arroz inflado integral, tu cuerpo recibirá mayor cantidad de fibra, de calcio, magnesio y fósforo. Todos ellos, muy beneficiosos para tu salud.

Pasos para preparar arroz inflado


Aunque el doctor Anderson obtuviera arroz inflado en su laboratorio y con mucha parafernalia científica de por medio, tú no tendrás que reproducir ninguno de sus pasos, puesto que existe otra manera mucho más sencilla.

De hecho, solo necesitarás los clásicos cacharros de cocina y los siguientes alimentos:

  • Arroz de grano doble.
  • Agua.
  • Sal o azúcar, según prefieras y al gusto.
  • Aceite de oliva (no es imprescindible que sea virgen o virgen extra).

Proceso de elaboración del arroz inflado:


  1. Precalienta el horno a 100 grados de temperatura. 
  2. En una cazuela con agua, pon a cocinar el arroz. Déjalo ahí, al menos 25 minutos, hasta que se pase. 
  3. Una vez logrado, apaga el fuego y cuela, a conciencia, el arroz
  4. Este arroz libre de agua, extiéndelo por una bandeja de horno
  5. Dirígete al horno y mete, en su interior, la bandeja con el arroz. 
  6. Disminuye la temperatura a 80 grados y deja allí el arroz durante un tiempo comprendido entre 1 y 2 horas (el tiempo concreto dependerá de la potencia de este electrodoméstico). 
  7. Controla, a menudo, el aspecto que presenta el arroz porque debe secarse, pero no tostarse en exceso. 
  8. Cuando el arroz luzca deshidratado, viértelo sobre una sartén (donde, previamente, habrás puesto un chorrito del aceite de oliva) y saltéalo
  9. Ese será el momento en el que el arroz comenzará a inflarse y a saltar, de una manera similar a cuando se hacen palomitas sin microondas. 
  10. Una vez que todos los granos hayan saltado por la sartén y presenten la clásica apariencia del arroz inflado, retíralos y déjalos reposar en papel absorbente. De esta manera, cuando te los comas, no aportarás a tu cuerpo grasas innecesarias. 
  11. Cuando esté seco del todo, espolvorea por encima sal o azúcar, según el tipo de arroz inflado que quieras tomar. 

A la hora de consumirlo, puedes hacerlo tal cual, mezclado en el yogur, con tostadas, en una macedonia de frutas, en formato galletas de arroz o de cualquier manera que se te ocurra y te apetezca, como acompañarlo de chocolate negro (el más sano) derretido.

Tomar un buen desayuno es esencial para funcionar a pleno rendimiento durante el día, pero ese no es el único momento importante a la hora de alimentarte. Por tanto, si quieres disfrutar de unas deliciosas comidas y cenas lejos de tu cocina, no dudes en consultar nuestra carta y venir a hacernos una visita al restaurante.

Y si tienes el día remolón y no te apetece dejarte ver en público, siempre puedes recurrir a nuestros platos para llevar a casa. La cuestión, como siempre, es darle ¡un suculento capricho a tu paladar!

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